En los últimos meses, decenas de miles de españoles están recibiendo cartas en las que entidades poco conocidas les reclaman sumas que venían adeudando desde hacía años en concepto de antiguas facturas de teléfono. ¿Es un timo? ¿Por qué ahora? ¿Qué debo hacer si me llega una de esas cartas?, se preguntan los interesados.
En realidad, se trata sólo de un efecto más de la llegada a nuestro país de una figura que en países nórdicos y anglosajones existe desde hace mucho tiempo y que está perfectamente reflejada en nuestro ordenamiento jurídico: la venta de carteras de deuda a empresas especializadas en cobrarlas con todas las garantías legales. Telefónica, Orange y Vodafone han cobrado 40 millones de euros por vender facturas de impagados que sumaban más de 400 millones de euros.
La compañía española vendió a finales del año pasado una cartera de deuda cuyo valor real era de 207 millones de euros al grupo noruego Aktiv. Meses antes, Orange había transferido a la misma empresa facturas cuyo valor real se situaba en el entorno de los 100 millones de euros. Vodafone, por su parte, subastó entre varios pujadores su propia cartera, que incluía no pocas facturas adeudadas a la antigua Airtel y que estaba valorada en unos 100 millones de euros, según fuentes próximas a la operación consultadas por LA GACETA.
El comprador en este caso fue una filial de Bank of America radicada en Amsterdam y que opera bajo la denominación de Fondo Español de Recuperaciones, utilizando para el cobro a la sociedad local Intrum Justitia.
Este tipo de compañías, por supuesto, no compran la deuda por su valor real, sino por un porcentaje que suele situarse en el entorno del 10%, dependiendo de las posibilidades reales de cobrar. Así, todo lo que logren sacar por encima de ese umbral implica beneficios para las empresas.
Las operadoras obtienen así liquidez inmediata por unas deudas que tenían casi olvidadas y se ahorran perseguir a los morosos. En los foros de internet abundan los clientes desconcertados por la reclamación de deuda tan antigua, preguntándose que deben hacer tras recibir las cartas en las que se les solicita el pago. Aunque la respuesta natural sería “pagar”, o “reclamar si se detecta algún error”, en muchos casos se trata de facturas que no fueron abonadas no por voluntad de impago, sino como “castigo” ante problemas con las empresas que no fueron resueltos.
Existe además otro problema y es que en las telecos, especialmente en el móvil, existe mucha rotación. ¿Hasta qué punto no se están reclamando deudas antiguas a clientes que se fueron para después retornar, más rentables que nunca? ¿Cómo afecta eso a la imagen de las compañías?
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